Una macabra estrategia proselitista utiliza testimonios de víctimas del terrorismo con propósitos electorales a pocos días de la segunda vuelta.
El 26 de mayo la AFAVIT (Asociación de Familiares Víctimas del Terrorismo) hizo público un video promocionando la campaña de la candidata Keiko Fujimori en el que participan tres mujeres familiares de víctimas de los movimientos armados Sendero Luminoso y MRTA. Este video no sólo rescata los testimonios conmovedores de estas mujeres víctimas de los años de violencia en el país, sino también el gran esfuerzo realizado por ellas para reconstruir sus vidas. Sin duda alguna, ellas son para todos nosotros, un ejemplo de amor a la vida y valentía.
Es indignante y preocupante sin embargo que la campaña de Keiko Fujimori se haya adueñado de estos testimonios para convertirlos en un arma de propaganda mediática. Con este video, Keiko Fujimori le atribuye implícitamente al gobierno de su padre (y se atribuye a sí misma, como heredera de éste) todo el mérito de la lucha contra la violencia de los años 1990. Debemos recordar que la pacificación resultó del esfuerzo conjunto de organizaciones y de la sociedad civil. Si hay un mérito que reconocer en nuestro país, no es el de una persona. La paz es el mérito de todos los peruanos.
Por otro lado, este video contribuye a ocultar activamente la participación de otros actores en la violencia, como lo fueron los escuadrones de la muerte dirigidos por Alberto Fujimori a la cabeza del Estado y por Vladimiro Montesinos a la cabeza del Servicio de Inteligencia Nacional. Las mujeres que participan en el video nos conmueven y apelan a que reconozcamos al fujimorismo como su salvador, cuando en realidad éste fue un agresor más en el conflicto interno armado que agitó al Perú en la década de los noventa. Sus caras y voces apelan a nuestra empatía y a nuestra humanidad, ya que su historia es la del sufrimiento y la lucha. Pero analicemos antes de ceder completamente. El informe final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación afirma en efecto que Alberto Fujimori fue, tanto como Sendero Luminoso y el MRTA, responsable de la violencia. No se trató simplemente de terrorismo, si no de una violencia política generalizada en la cual la principal víctima fue la población civil.
Sin cuestionar la autenticidad de la historia personal de estas víctimas, ni su derecho a contar su historia, acusamos la manipulación que las convierte en armas para ocultar a otros que también fueron víctimas de la violencia generada por el gobierno de Fujimori. Una víctima no tapa a otra víctima y sostenemos que una institución con auténtica voluntad de justicia social debería reconocer por igual a todas las víctimas. Un ejemplo de esto es el video propio a la CVR, en el que las víctimas se manifiestan haciendo un llamado a recordar.
Finalmente podemos reflexionar sobre el cierre del video que invita a todos los peruanos, a través del testimonio de las víctimas, a voltear la página o en otras palabras a olvidar. ¿Ésta propuesta revisionista no es acaso la manera más fácil de borrar un capítulo de la historia en el cual el fujimorismo tiene responsabilidad moral? Seamos críticos. Este no es un llamado a la reconciliación y a la sanación. Cada víctima tiene derecho a superar heridas profundas e inefables, pero según sus propios términos. Esta historia y esta sanación le pertenecen a cada una de las víctimas y no a tres de ellas que, aun siendo legítimas, no pueden sustituirse a una nación. Esta historia y esta sanación le pertenecen aún menos a una mujer que como primera dama estuvo íntimamente ligada al gobierno perpetrador de la violencia.
No a la negación de la historia. Sí a la verdad y a la memoria. Para que no se repita.
Alicia Matta
Constanza Evans
Paul Baudry
Bruno Bertolotti
Gisela Luján
NO A KEIKO - FRANCIA
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